jueves, 4 de octubre de 2007

La calma

Aproximadamente a los trece años de edad, en un ataque de ira, salí de mi casa jurando que jamás regresaría. Era un maravilloso día de verano y caminé por senderos encantadores hasta que, poco a poco, la quietud y la belleza me calmaron y me apaciguaron, y al cabo de algunas horas regrese arrepentido y casi conmovido. Desde aquel momento, cuando estoy furioso, hago esto mismo si puedo, y me parece que es la mejor cura posible.

El relato fue hecho por un individuo que participó en uno de los primeros estudios científicos sobre la ira, llevado a cabo en 1899. Aún sirve como modelo de la segunda forma de disminuir la intensidad de la ira: enfriarse esperando que pase el aumento adenalínico en un marco en el que no es probable que haya disparadores de la ira.

Daniel Goleman
La inteligencia emocional

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