martes, 22 de enero de 2008

El acoso asistencial

Pensamiento Sensible
Boletín semanal del Centro Transpersonal de Buenos Aires


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Esta semana: El acoso asistencial

Todos vinimos a este mundo a AYUDAR. Pero rara vez alguien viene a SALVAR a otro. Hay una delgada línea que, si la cruzamos, el gesto de ayuda se convierte en algo poco sano, tanto para el que asiste como para el asistido. A esto le llamamos ACOSO ASISTENCIAL.

Sucede cuando una persona asume el rol de ayudadora, y ejerce compulsivamente la necesidad de "rescatar" a otro/s de aquello que cree que no es bueno para su vida. Insistirá e insistirá, obsesionándose en buscar distintas formas de "llegar" al otro, frontalmente o con sutiles estrategias, aún a costa de su propia salud y de su íntimo REAL destino: su vida personal se irá desdibujando, quedando, -sin que se dé cuenta,- suplantada por la vida ajena.

Pero... aunque duela asumirlo, la vida del otro es... LA VIDA DEL OTRO!! Y muchas veces a ese otro... ni siquiera le interesa en lo más mínimo cambiar!! De allí la broma que se hizo en un Congreso de Psicología Transpersonal: "¿Cuántos terapeutas hacen falta para cambiar una lamparilla eléctrica? Respuesta: sólo UNO. Pero la lamparilla tiene que QUERER cambiar!"

Una poetisa cuyo nombre hemos extraviado tiene dos versos geniales: "Mi salvación es asunto mío. La vida es mi campo de juego." Después de todo, sinceramente, ¿cuánto te ha costado cambiar tus rasgos más difíciles? ¿Cuánto has trabajado sobre ellos con esfuerzo, desaliento y un eterno volver a empezar? Eso demuestra que cambiar, aún QUERIENDO, requiere de una profunda intención, sostenida a través del tiempo.

Entonces, ¿cómo le ha de ser posible cambiar a alguien que ni siquiera tiene la menor intención? ¿Le harás una transfusión de ganas, donándole tu propia sangre para que se dé cuenta de que su vida necesita ser diferente? Y... ¿dónde está el límite entre el ayudar y el entrometerse en el destino ajeno, manipulándolo "para su bien"? Nosotros no lo sabemos.

Cada caso requiere ser concienzudamente revisado.

Podría decirse que, casi sin excepción, ninguna ayuda debe ejercerse al costo es desgastar la propia vida. Pues hay algo claro: el primer cuidado que todo ayudador debe brindar es... a sí mismo. ¿Cómo es esto? Tal cual lo enseñan las aeromozas antes de despegar un avión: en caso de peligro, al caer las máscaras de oxígeno, primero uno tiene que colocársela a sí mismo, y sólo después podrá ayudar a cualquier otro (un anciano, un niño, o quien fuere).

A practicar, entonces, la Atención Plena para "pescarnos" cuando estemos ejerciendo, sin advertirlo, actitudes de acoso asistencial. Aquí va un texto de Richard Wilhelm, quien tradujo y comentó el I-Ching (un libro de sabiduría china de más de 3000 años de antigüedad).

Dice así:

“Una noble conciencia de sí mismo
y una consecuente e intransigente
seriedad para consigo mismo,
es la actitud interior necesaria
cuando se quiere servir a los demás.

El que se rebaja con el fin
de conformarse a la voluntad de otro,
disminuye por cierto su propia posición,
mas sin ser útil al otro en forma duradera.
Y esto acarrea el mal.

Servir al otro sin renegar de sí mismo,
he ahí únicamente
el verdadero servicio de valor duradero.”

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